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Regalo de navidad

Espero en la calle. Hace un frío helador. Subo las solapas de mi abrigo protegiéndome del aire. Miro a mi alrededor. La calle se ha vestido de Navidad con miles de bombillas anunciando a los viandantes que es época de recogimiento, de estar en familia y de sacar de nosotros las buenas voluntades. El semáforo acaba de abrirse para los peatones. Todos cruzan a paso ligero. Unos miran hacia delante, otros conversan con sus acompañantes, otros miran hacia el suelo…Me quedo absorta en mis pensamientos, viendo sin mirar, oyendo sin escuchar. Mis pies se empiezan a quedar fríos por la espera quieta. Los golpeo repetitivamente contra el pavimento, suavemente. Noto una presencia a mi espalda y alguien susurra mi nombre a mis oídos:

- Gaviria…-

Giro un cuarto de vuelta sobre mi misma pero con mi mirada apuntando al suelo. Es mi amo quien me devuelve a la realidad de las circunstancias.

- Vamos pequeña Gaviria. Estás preparada?-.

- Sí mi señor, cuando usted quiera.

Mi amo me ha enseñado como debo de comportarme cuando andemos juntos por la calle. Siempre debo de andar un paso por detrás de él y bajo ninguna circunstancia debo pararme o separarme de su lado. Atravesamos unas cuantas calles estrechas hasta llegar a una tienda cuya puerta está compuesta de barrotes de hierro forjado.

Mi amo se queda mirando el escaparate y yo también sucumbo a mi instinto de curiosidad. El cuero negro y el acero son los materiales que predominan.

- Entremos a buscar un regalo de Navidad para la pequeña Gaviria.-

- Sí, mi amo.

En la tienda ya hace calor, pero yo no me desprendo de mi abrigo ya que me siento protegida en su interior y las solapas subidas me ayudan a tapar mi rostro para no ser reconocida, llegado el caso, por personas de mi entorno. Paseamos por las diferentes vitrinas y muestrarios. Todos los objetos a la venta están dirigidos a un público concreto, a cumplir fantasías sexuales. Mi amo toma en sus manos diferentes artículos y los vuelve a depositar en su lugar. Algunos de ellos están destinados al placer y otros al castigo pero ninguno de ellos parece despertar especial interés en mi amo. Tras unos veinte minutos algo le llama poderosamente la atención. Lo toma entre sus manos. Parece estar midiendo su peso y el tacto del artículo entre sus dedos. Yo miro impaciente el que podría ser mi regalo.

- Qué te parece? Estarías contenta con ello puesto sobre ti?

- Mi señor. Yo estaría contenta luciéndolo sólo si es el deseo de mi amo.

Mi señor pide la atención de uno de los dependientes de la tienda quien se acerca a nosotros de forma muy respetuosa. El hombre parece conocer perfectamente la relación que debe de haber entre nosotros dos. Se dirige exclusivamente a mi amo dando la sensación de que ignora mi presencia.

- Dígame, en qué puedo ayudarle señor?

- Me gustaría colocarle esto a mi esclava. Puedo probárselo aquí mismo para ver si el tamaño se ajusta a ella?

- Por supuesto señor. Tenemos diferentes tamaños aunque pienso que el que usted ha escogido será el que más se ajuste a la chica.

Tras decir esto, el dependiente se aleja una distancia prudencial de nosotros pero se queda pendiente por si mi amo vuelve a reclamar su ayuda profesional.

Mi amo comienza a desabrochar el artículo y me pide con el dedo que me acerque a él. Mientras sujeta el posible regalo con su mano izquierda comienza a desabrochar mi abrigo con la derecha. No me lo quita del todo. Yo me dejo hacer. A continuación pasa el collar por delante de mi cuello mientras se sitúa a mi espalda.

- Recógete el pelo Gaviria.-

Tras obedecer la orden, mi señor tensa el collar de cuero ajustándolo al contorno del mismo y abrocha la hebilla.

- Gírate hacia mi y mírame a los ojos. Necesito ver como te queda.-

Una vez enfrentadas nuestras posiciones mi amo sonríe satisfecho mientras coge con sus manos la cadena de acero que ha quedado colgando de manera vertical delante de mi cuerpo. Tensa la cadena y tira de ella lentamente hasta provocar que yo tenga que dar un paso adelante.

- Estás realmente bella con este collar. La medida es perfecta y la anchura del cuero te favorece. Creo que ya está decidido.-

Vuelve a reclamar la ayuda del dependiente.

- Me lo llevo. Quiero también las tobilleras y las muñequeras a juego. encárguese usted. Esperaré en la caja.-

- Si señor. enseguida le haré entrega de lo que le pertenece.-

- Tú quédate aquí Gaviria y recuerda, no me avergüences.- susurra en mi oído aunque el dependiente escucha perfectamente sus palabras.

Mientras mi señor se va, el dependiente me despoja del collar de manera muy sutil, intentando no rozar en absoluto mi piel. Después emite un mensaje a través de un pequeño micrófono que lleva en su corbata. Se desplaza hasta una nueva vitrina de la que extrae unas tobilleras y unas muñequeras. Primero prueba en una muñeca y viendo que todo encaja se agacha para pasar una tobillera alrededor de mi tobillo cubierto con una media y sostenido por zapato de tacón. Una vez hechas las comprobaciones me pide que le acompañe hasta la caja. Mi amo espera con una fusta negra. La mueve en el aire para escuchar su silbido. Se la entrega a la persona que está detrás del mostrador y esta la introduce en la bolsa.

- Señor, aquí tiene sus artículos y su pertenencia-

- Muy bien, gracias. Vamos Gaviria.

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Salimos de nuevo a la calle. Él va delante y yo intento no separarme de él más que un paso por detrás. Recorremos de nuevo las mismas calles pero en sentido contrario. No volvemos al punto de inicio. Giramos hacia su calle y continuamos camino hacia su portal. Saca las llaves y abre la puerta. Me indica que pase yo primero. Paso y espero a que cierre el portal para volver a situarme detrás de él. Cogemos el ascensor y subimos hasta el quinto piso. Abre la puerta de su estudio.

- Pasa Gaviria.-

Cierra la puerta y echa el cerrojo.

- Bien, toma tu collar. Ahora quiero que te quedes en el recibidor y que te desnudes completamente. Ajústate después el collar. Cuando hayas acabado llama a la puerta del estudio.-

Mi amo entra en el estudio y cierra la puerta. Yo comienzo a despojarme de todas mis ropas. El suelo está frío y las plantas de mis pies se resienten. Cuando ya estoy desnuda me hago una coleta para que me sea más fácil ponerme sola el collar. Una vez preparada llamo a la puerta del estudio. Mi amo abre y se queda mirándome por algunos segundos.

- Me gustas con coleta, pero me gustas aún más con el nuevo collar.-

Toma de nuevo la cadena de acero entre sus dedos y comienza a tirar de ella obligando a mi desplazamiento hacia el interior del estudio. Después coloca mis brazaletes y mis tobilleras de cuero. Las dos tobilleras de cuero están unidas por una cadena al igual que las muñequeras. Mi señor me desplaza hasta la pared donde veo por primera vez una especie de argolla. Tira de mi hasta situarme de cara a la pared. Primero une la cadena del cuello a la argolla, después hace lo propio con las otras cadenas provocando que yo quede totalmente pegada a la pared y sin ninguna libertad de movimiento.

- Bien, me gusta tu nuevo regalo que compraste en el sexshop. Así impediré que te muevas si en algún momento te vuelves levantisca.-

Mi señor regresa hasta la bolsa y casa de ella la fusta con la punta en forma de pequeña tira rectangular de cuero. Viene hasta mí y me obliga a mirarla.

- Sabes una cosa Gaviria. Estoy un poco enfadado con mi esclava por haber sido una maleducada y haberme puesto en ridículo en la tienda.-

Tras estas palabras y debido a mi estupefacción no puedo reprimir mirar directamente a mi amo a los ojos como buscando un “como?”. Nada más cruzarme con los ojos de mi señor, me doy cuenta de mi primera gran equivocación. No tardo en sentir como la fusta se estampa contra mi glúteo por primera vez.

- Por qué te dignas a mirarme a los ojos sin mi permiso? Es que aún no has aprendido nada de nada? ni siquiera las órdenes básicas?.-

De nuevo la fusta choca contra mi piel produciendo un bello sonido al cortar el aire. Mi cuerpo se estremece pero mis labios se niegan, ya expertos, a producir ningún gemido de dolor.

- Lo siento mi señor. No volverá a ocurrir, lo prometo.

- Si es que no aprendes. Aún estoy esperando que me des las gracias por tus regalos. Qué habrán pensado los de la tienda?. Habrán pensado que o soy un mal amo o que mi sumisa no me respeta lo suficiente como para comprar vibrador online. Me pones en ridículo siempre que te saco de paseo y eso no te lo pienso volver a consentir. Hoy aprenderás a tratarme con el respeto que me merezco. Vas a saborear un poco más la fusta y luego veremos que demonios tengo que hacer contigo para que aprendas de una vez por todas.-

La fusta se descargó contra mi cuerpo unas cuantas veces más hasta que una lágrima brotó de mis ojos. No soy capaz de decir si la lágrima se debió al dolor de los azotes o a las palabras de mi señor recordándome mi incompetencia como esclava. Creo que fue causa más de lo segundo que de lo primero.

Mi amo dejó la fusta encima de un mueble no sin antes acariciarla de nuevo delante de mis ojos. Cogió uno de los pañuelos, el negro, y lo deslizó por delante de mis ojos nublándome así la vista. Se desplazó por el estudio. Mis oídos recogieron el relevo de mis ojos y se agudizaron intentando prever la siguiente acción que se iba a llevar a cabo. Pero fue mi sentido del tacto, en concreto mis pezones, los receptores de dicha información. Mi amo colocó una pinza en cada uno de ellos. Pese a la suavidad de sus movimientos mis pezones se comenzaron a sentir un dolor agudo y continuado.

- Lo siento, pero me obligas a ser así contigo. Tus pocas ganas de aprender a cumplir con los deseos de tu amo son la causa directa de que tenga que recurrir al dolor como camino de aprendizaje.-

Después de ello y considerando que no era suficiente fui penetrada por detrás con un objeto lubricado, parecido a un chupete aunque de mayores dimensiones,

- Te quedarás así un rato, todo lo que yo crea necesario. Sólo quiero oír tu respiración, nada más. Tengo cosas que hacer. No se te ocurra molestarme o volverás a saborear la fusta.-

Mi amo puso música de fondo y se sentó en su mesa. La música comenzó a mezclarse con el sonido de lápices que arañaban el papel. No puedo asegurar cuanto tiempo pasé allí colgada, pero seguramente más de media hora. Mis pezones ya habían perdido la sensibilidad para entonces. Mis brazos me dolían debido a la postura. Mi amo se levantó y regresó a mi lado.

- Muy bien Gaviria. Así es, eso es cumplir con los deseos de tu señor. Ahora te quitaré las pinzas. Te dolerá, pero no quiero ni un solo gemido. Asume el dolor como parte de tu aprendizaje.-

Sentí un gran pinchazo de dolor al ser desprendidas las pinzas de mis doloridos pezones pero no emití ningún quejido. Después mi señor me descolgó de la pared y me desplazó por la habitación hasta la cama.

- Quédate a cuatro patas sobre la cama.-

Tras quitarme el juguete de mi ano con lentitud, este fue relevado por el falo erecto de mi señor que me penetró duramente.

- Quiero que te masturbes mientras te penetro.-

Mis dedos buscaron mi clítoris y comenzaron a masajearlo dulcemente mientras mi amo me poseía. El orgasmo no tardó en pedir paso.

- Pido permiso a mi señor para tener un orgasmo.-

- Muy bien. Te lo has terminado ganando por haberme dejado trabajar sin molestarme. Permiso concedido.-

Tras un intenso orgasmo mi amo no tardó mucho en llegar al suyo. Finalmente ambos permanecimos tumbados sobre la cama. El cansancio acabó haciendo mella en mí y me quedé dormida. Cuando desperté mi amo volvía a estar trabajando en su escritorio.

Yo estaba tapada con el edredón y mi cabeza estaba apoyada en la almohada. 

 

 

 

 

 

 

 

 

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